plenitudes

Podría enumerar los mágicos momentos que vivimos y para mí son tesoros vivos.
Como la vez que dormí hasta tarde y me llamaste durmiente, yo te pregunté, como se llaman esas maderas que están entre las líneas de los trenes? Eehh... Durmientes? ¡De esas soy yo!
O como cuando te pregunté ¡¿porque no nací pajarito?! Y tú me respondiste, tal vez si naciste pajarito, pero que también tienes conciencia de ser humana.
Cuando me llevaste en el carrito del supermercado con la adrenalina extrema.

La vez que fuiste a tomar una siesta a mi casa, cansado de tus quehaceres, de esas siestas pegotiadas de besos, mientras tu dormías sentía el peso de tu brazo sobre mi cintura mientras curiosa leía a Benedetti. Esa tarde fui feliz.

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